Cómo viajar por el mundo haciendo voluntariados: experiencias y consejos

Cómo viajar por el mundo haciendo voluntariados: experiencias y consejos

Según nosotros, es una forma de viajar que te permite descubrir facetas tuyas que eran totalmente desconocidas. Es que gracias a esta modalidad pueden experimentar una gran inmersión cultural, aprender idiomas, desarrollar nuevas habilidades y generar además un impacto positivo en el mundo.
Ayudando en un proyecto solo algunas horas a la semana, van a obtener nuevos conocimientos y compartir momentos inolvidables con gente de distintas partes del planeta.

 

En nuestro caso, la primera experiencia fue ayudando a una familia en la isla de Mallorca y después vivimos dos experiencias más: en Alemania, trabajando en un hotel con viñedos y en Australia, haciendo tareas del hogar junto a una pareja.
Ojalá en el futuro podamos seguir probando esta forma de viajar, porque salvo la primera, que tuvo algunos grises, el resto de nuestras experiencias fueron súper positivas.

 

Existen distintas plataformas que te ayudan en la búsqueda, pero nosotros solo hemos probado tres: Worldpackers, Workaway y Helpx. Todas tienen sus pros y sus contras, queda en ustedes elegir cual usar.

 

NUESTRO PRIMER VOLUNTARIADO (ESPAÑA)

Sobre esto sí habíamos leído o escuchado antes de dejar nuestro país. Sin embargo, fue ya en viaje que abrimos la cuenta.
La primera experiencia fue en Workaway, ya que en ese entonces era la más popular, la primera que aparecía cuando buscabas en Google y la que más opciones tenía. Un problema más que una solución, ya que al ser tantas, nos costó mucho decidirnos.

 

Fuimos filtrando según las horas de trabajo que teníamos por semana, las horas libres que nos quedarían para pasear, hacer papeles y cuántas comidas nos daban al día.
Habíamos enviado varias solicitudes en distintas partes de España, hasta que recibimos respuesta de una familia.

 

Las condiciones del arreglo eran: trabajar algunas horas por día (mayormente en la mañana) ayudando en la casa. Ya sea limpiando, ordenando, paseando el perro, cuidando a los nenes, etc., a cambio de alojamiento y todas las comidas.

 

El tiempo libre que teníamos, queríamos usarlo para hacer todos los trámites necesarios para comenzar a trabajar, buscar un lugarcito donde vivir y, sobre todo, empezar a conectar un poco más con la isla.

 

Primera cosa a tener en cuenta

La familia era de Escocia y no hablaban un sorulo de español (sí, viviendo en España). Menos mal que algo de inglés teníamos, pero ¡mamita! Cómo van a leer varias veces en nuestros textos, sin dudas para nosotros, el inglés escocés es y será el más difícil de entender (el Australiano no se queda atrás, ¡ojo!).

 

Haciendo un poco de malabares para descifrar lo que trataban de decirnos y luego de pasar por un mercado de antigüedades (porque a eso se dedicaban), llegamos a casa.

 

Entre piedras y montañas, los próximos días íbamos a vivir en un estilo de cueva, y nosotros estábamos enloquecidos. La casa era hermosa, el pueblo era pura paz y teníamos un hogar, que era lo que más nos llenaba de felicidad.

 

Para nosotros, eso ya era un montón, pero bueno, en un segundo esa magia desapareció. Nos dejaron solos con la excusa de que se iban a comer un asado con unos amigos, y ¡no nos invitaban! A nosotros, argentinos, no nos llevaban a un asado. Y no solo eso, la casa era un caos. Pareciera ser que como sabían que estábamos por llegar, habían dejado de lavar los platos por varios días.

 

Así que bueno, tripa y corazón, dejamos las cosas en nuestra pieza y nos pusimos a trabajar, el llegar y ver la casa patas para arriba nos ponía los pelos de punta.

 

Con esto no queremos asustarlos ni mucho menos, de hecho, todas nuestras siguientes experiencias fueron mil veces mejores, pero está bueno contarles lo lindo y lo feo, porque puede que les toque vivir algo similar y de todo se aprende.

 

Las ventajas de la experiencia fueron:

  • Vivíamos en un lugar de ensueño, muy cerquita del mar y de varias caminatas por la montaña.
  • Aprovechamos esos días para ver dónde asentarse, hacer todo el papeleo necesario para trabajar y definitivamente practicamos inglés.
  • No gastamos en alojamiento y comida por varios días. Para los que están verdes en tema ahorros, eso significa mucho.

Las desventajas, ¡varias!:

  • La comida era casi siempre comida india, que no nos gusta para nada.
  • La casa era siempre un caos y no les importaba el orden.
  • En el pueblo todo era carísimo si queríamos comprar algo y la ciudad grande quedaba lejos.
  • Los padres estaban casi siempre fumados o se iban de joda y nos dejaban a los hijos hasta altas horas de la noche.
  • El inglés era bastante complicado.
  • Internet no andaba bien porque estábamos en el medio de la montaña.
  • Muchas veces nos quedamos sin agua.

Nos bancamos varias situaciones, hasta que ocurrieron dos que hicieron que tomáramos la decisión de irnos. Primero, luego de unos días nos dijeron que debíamos empezar a pagar la comida (cosa que no era así cuando hicimos el arreglo). Y lo peor: la hija más grande sacó ropa de mi valija, sin mi permiso por supuesto, ¡y la usó para ir a la escuela al día siguiente! No solo eso, la cosió para poder usarla. ¡Tómense 5 minutos e imaginen mi cara cuando la vi!

 

Esa misma noche montaron un fiestón en la casa y dejaron un desorden galopante, total, nosotros ordenaríamos todo. Así que un poco hartos, rapidito preparamos nuestras valijas y tomamos el primer bus hacia Palma, donde mi primo y su novia venían al rescate.

 

Enseñanzas:

Al ser nuestra primera experiencia, nos enfrentamos a muchas situaciones nuevas, para las cuales éramos inexpertos. Por supuesto, jamás volvió a pasarnos algo similar, ya que aprendimos mucho. Principalmente, destacamos la importancia de las reseñas. Cuando leímos sobre este voluntariado, veíamos que en su mayoría eran todas buenas, luego descubrimos que era mentira. Pero todos, al igual que nosotros, por miedo a que los dueños de casa les dejasen una mala reseña, mentían sobre su propia experiencia. Esto hace que las personas que eligen ese voluntariado después de uno, vuelvan a pasar por todas estas mismas cosas.

 

Generalmente, los hosts no pueden ver tu reseña hasta que ellos escriban la suya, por lo cual ambos van a verla al mismo tiempo (lo mismo pasa en las plataformas de housesitting). Por lo cual, tanto reseñas positivas como negativas deben ser 100% reales, para así poder ayudar a quienes vayan después.

 

Según nosotros, es una forma de viajar que te permite descubrir facetas tuyas que eran totalmente desconocidas. Es que gracias a esta modalidad pueden experimentar una gran inmersión cultural, aprender idiomas, desarrollar nuevas habilidades y generar además un impacto positivo en el mundo.
Ayudando en un proyecto solo algunas horas a la semana, van a obtener nuevos conocimientos y compartir momentos inolvidables con gente de distintas partes del planeta.

 

En nuestro caso, la primera experiencia fue ayudando a una familia en la isla de Mallorca y después vivimos dos experiencias más: en Alemania, trabajando en un hotel con viñedos y en Australia, haciendo tareas del hogar junto a una pareja.
Ojalá en el futuro podamos seguir probando esta forma de viajar, porque salvo la primera, que tuvo algunos grises, el resto de nuestras experiencias fueron súper positivas.

 

Existen distintas plataformas que te ayudan en la búsqueda, pero nosotros solo hemos probado tres: Worldpackers, Workaway y Helpx. Todas tienen sus pros y sus contras, queda en ustedes elegir cual usar.

Voluntariados por el mundo

NUESTRO PRIMER VOLUNTARIADO (ESPAÑA)

Sobre esto sí habíamos leído o escuchado antes de dejar nuestro país. Sin embargo, fue ya en viaje que abrimos la cuenta.
La primera experiencia fue en Workaway, ya que en ese entonces era la más popular, la primera que aparecía cuando buscabas en Google y la que más opciones tenía. Un problema más que una solución, ya que al ser tantas, nos costó mucho decidirnos.

 

Fuimos filtrando según las horas de trabajo que teníamos por semana, las horas libres que nos quedarían para pasear, hacer papeles y cuántas comidas nos daban al día.
Habíamos enviado varias solicitudes en distintas partes de España, hasta que recibimos respuesta de una familia.

 

Las condiciones del arreglo eran: trabajar algunas horas por día (mayormente en la mañana) ayudando en la casa. Ya sea limpiando, ordenando, paseando el perro, cuidando a los nenes, etc., a cambio de alojamiento y todas las comidas.

 

El tiempo libre que teníamos, queríamos usarlo para hacer todos los trámites necesarios para comenzar a trabajar, buscar un lugarcito donde vivir y, sobre todo, empezar a conectar un poco más con la isla.

 

Primera cosa a tener en cuenta

La familia era de Escocia y no hablaban un sorulo de español (sí, viviendo en España). Menos mal que algo de inglés teníamos, pero ¡mamita! Cómo van a leer varias veces en nuestros textos, sin dudas para nosotros, el inglés escocés es y será el más difícil de entender (el Australiano no se queda atrás, ¡ojo!).

 

Haciendo un poco de malabares para descifrar lo que trataban de decirnos y luego de pasar por un mercado de antigüedades (porque a eso se dedicaban), llegamos a casa.

 

Entre piedras y montañas, los próximos días íbamos a vivir en un estilo de cueva, y nosotros estábamos enloquecidos. La casa era hermosa, el pueblo era pura paz y teníamos un hogar, que era lo que más nos llenaba de felicidad.

 

Para nosotros, eso ya era un montón, pero bueno, en un segundo esa magia desapareció. Nos dejaron solos con la excusa de que se iban a comer un asado con unos amigos, y ¡no nos invitaban! A nosotros, argentinos, no nos llevaban a un asado. Y no solo eso, la casa era un caos. Pareciera ser que como sabían que estábamos por llegar, habían dejado de lavar los platos por varios días.

 

Así que bueno, tripa y corazón, dejamos las cosas en nuestra pieza y nos pusimos a trabajar, el llegar y ver la casa patas para arriba nos ponía los pelos de punta.

Con esto no queremos asustarlos ni mucho menos, de hecho, todas nuestras siguientes experiencias fueron mil veces mejores, pero está bueno contarles lo lindo y lo feo, porque puede que les toque vivir algo similar y de todo se aprende.

 

Las ventajas de la experiencia fueron:

  • Vivíamos en un lugar de ensueño, muy cerquita del mar y de varias caminatas por la montaña.
  • Aprovechamos esos días para ver dónde asentarse, hacer todo el papeleo necesario para trabajar y definitivamente practicamos inglés.
  • No gastamos en alojamiento y comida por varios días. Para los que están verdes en tema ahorros, eso significa mucho.

Las desventajas, ¡varias!:

  • La comida era casi siempre comida india, que no nos gusta para nada.
  • La casa era siempre un caos y no les importaba el orden.
  • En el pueblo todo era carísimo si queríamos comprar algo y la ciudad grande quedaba lejos.
  • Los padres estaban casi siempre fumados o se iban de joda y nos dejaban a los hijos hasta altas horas de la noche.
  • El inglés era bastante complicado.
  • Internet no andaba bien porque estábamos en el medio de la montaña.
  • Muchas veces nos quedamos sin agua.

Nos bancamos varias situaciones, hasta que ocurrieron dos que hicieron que tomáramos la decisión de irnos. Primero, luego de unos días nos dijeron que debíamos empezar a pagar la comida (cosa que no era así cuando hicimos el arreglo). Y lo peor: la hija más grande sacó ropa de mi valija, sin mi permiso por supuesto, ¡y la usó para ir a la escuela al día siguiente! No solo eso, la cosió para poder usarla. ¡Tómense 5 minutos e imaginen mi cara cuando la vi!

 

Esa misma noche montaron un fiestón en la casa y dejaron un desorden galopante, total, nosotros ordenaríamos todo. Así que un poco hartos, rapidito preparamos nuestras valijas y tomamos el primer bus hacia Palma, donde mi primo y su novia venían al rescate.

 

Enseñanzas:

Al ser nuestra primera experiencia, nos enfrentamos a muchas situaciones nuevas, para las cuales éramos inexpertos. Por supuesto, jamás volvió a pasarnos algo similar, ya que aprendimos mucho. Principalmente, destacamos la importancia de las reseñas. Cuando leímos sobre este voluntariado, veíamos que en su mayoría eran todas buenas, luego descubrimos que era mentira. Pero todos, al igual que nosotros, por miedo a que los dueños de casa les dejasen una mala reseña, mentían sobre su propia experiencia. Esto hace que las personas que eligen ese voluntariado después de uno, vuelvan a pasar por todas estas mismas cosas.

 

Generalmente, los hosts no pueden ver tu reseña hasta que ellos escriban la suya, por lo cual ambos van a verla al mismo tiempo (lo mismo pasa en las plataformas de housesitting). Por lo cual, tanto reseñas positivas como negativas deben ser 100% reales, para así poder ayudar a quienes vayan después.

Gas con niñas

Anécdotas:

Puff!!! No sabríamos por dónde arrancar. La del short cosido a máquina fue sin dudas la que nos hizo explotar, pero tenemos varias como: en la primera cena, con las mellizas sentadas sobre la mesa, metiendo los tallarines en nuestros vasos de agua.


Una fiesta en casa, súper descontrolada, donde uno de los amigos de los dueños terminó con un pedo descomunal y nos despertamos con un ruido tremendo en la madrugada. No sé cómo, pero apareció durmiendo en la punta de nuestra cama. ¡Imaginen el susto que nos pegamos!

 

Nosotros bañándonos en la ducha de la vecina (que estaba en el exterior y nunca se quedaba sin agua) mientras su chongo quería entrar a usar el baño.

 

Hablamos sobre esto y nos reímos porque no podemos creer la cantidad de cosas que nos pasaron en tan poco tiempo. Lo que tiene de bueno es que no nos aburrimos jamás.

 

TRABAJAMOS EN UN HOTEL/VIÑEDO (EL MEJOR VOLUNTARIADO)

Cada vez que hablamos sobre voluntariados, recomendamos esta experiencia, la cual volveríamos a vivir todos los años si pudiéramos. Fue un mil de principio a fin y nos fuimos con ganas de quedarnos más tiempo. Lo hubiésemos hecho por supuesto, si el plan desde el principio no era encontrarse con la familia en Berlín.

 

Nos enteramos de este lugar gracias a otro de mis primos y su novia. Sí, los primos andan todos desparramados por el mundo, y hay más, así que parece que es algo de familia la cosa.

En definitiva, ellos habían estado unos meses antes y nos dijeron: «Si andan por esta zona, por Dios vengan, les va a encantar», y… ¡Tenían razón!

Voluntariados por el mundo

Seba (chileno) y Eli (alemana) nos estaban esperando apenas llegamos a la estación. Se habían conocido viajando y juntos armaron su vida, un poco en cada país. La familia de ella era dueña de una bodega pequeña y, de vez en cuando, llamaban a voluntarios que pudieran ayudarlos. Según la época, las tareas se dividían entre poner etiquetas en los vinos, colaborar en la poda de las plantas y lo más lindo de todo, la vendimia, que nos la perdimos por poquito nomás.

 

Lo más increíble de todo era su ubicación. Estábamos viviendo en el valle de Mosela. ¿No saben dónde queda? Nosotros tampoco lo sabíamos hasta ese entonces, jamás lo habíamos escuchado. Pero podemos decirles que fuimos afortunados de estar ahí viviendo unos días, porque es realmente un lugar de cuentos.

Voluntariados por el mundo

Si no nos creen, busquen en Google y van a ver de lo que les estamos hablando: castillos por todos lados, calles adoquinadas, construcciones del año de ñaupa. Magia pura.

 

Todos los integrantes de la familia vivían cerquita y, además de tener sus propias casitas, contaban también con el alquiler de habitaciones. Alguna que otra vez también ayudamos en la limpieza de las mismas y en el arreglo del jardín.

 

Estábamos tan felices que cualquier tarea que nos pusieran a hacer la hacíamos con muchas ganas y amor. Sin embargo, lo que más disfrutábamos era levantarnos bien tempranito, porque era verano, ir a tomar un matecito con vistas al río, agarrar la bici y salir camino a uno de los viñedos. Habíamos tenido que marcarlos en el mapa, porque hay cientos alrededor y éramos capaces de meternos a trabajar con plantas ajenas.

 

Por supuesto, en un primer momento nos acompañaron y explicaron sobre la poda. Aprendimos mucho sobre esto y tantas otras cosas. A veces, como les decíamos, nos tocaba trabajar en la bodega, acondicionando botellas: limpiando, etiquetando y guardando en sus respectivas cajas.

 

Además de tener las bicis para desplazarnos entre pueblos incluso, también teníamos descuentos para el transporte, que usamos para visitar ciudades más alejadas. Y además… algunas veces también el auto.

 

Generalmente, trabajamos por la mañana, así que al mediodía ya estábamos libres para disfrutar de un chapuzón en el río y refrescarnos o, si el tiempo acompañaba, para recorrer los alrededores.

 

Desde el momento uno nos sentimos como en casa. Seba y Eli hablaban español y con el resto de la familia, incluida la abuela, hablábamos en inglés. Era una gran y hermosa familia y por algunos días nosotros formamos parte de ella.

 

Gas hasta se dio el gusto de jugar al fútbol, hicimos un asadete, participamos de una cata (¡imaginen cómo terminamos!) y como broche de oro, para esas fechas es tradición que cada pueblito haga una fiesta relacionada al vino por supuesto. Normalmente se van comprando botellas y compartiendo entre todos, mientras bailábamos al ritmo de la banda de turno.

 

Voluntariados por el mundo

Estuvimos súper cómodos, teníamos una habitación con baño privado y una mini cocinita, pero también podíamos usar las instalaciones del hotel. Algunas comidas estaban incluidas y lo que no faltó jamás fueron vinos de todos los tipos. Sin embargo, una de nuestras cosas preferidas, que mientras escribo recuerdo con mucha nostalgia, es el jugo de manzanas caserito.

 

En este voluntariado, no podemos decirles desventajas porque les juramos que no hubo ni una. Si hay que nombrar una, y no sé si sería una desventaja, es que después de este voluntariado, el vino empezó a ser una gran parte de nuestra vida.

 

Algunos tips:

  • Llegamos en tren desde Múnich y nos fuimos en bus hasta Viena. Todos los transportes mientras viajamos por Europa los sacamos a través de Omio. Y si teníamos que sacar vuelos usamos Skyscanner.
  • La zona donde hicimos el voluntariado es un sueño, así que independientemente de que vayan o no a vivir esta experiencia, la súper recomendamos para viajar, les juramos que no se van a arrepentir.
  • Estudien inglés. A pesar de que estábamos en Alemania, todos hablaban inglés, lo que hizo que nos sintiéramos siempre súper cómodos.
  • Vayan bastantes días, les aseguramos que no se van a querer ir. Todo es hermoso y hay mucho para ver.
  • Viajen siempre asegurados cuando hacen un voluntariado. Como siempre decimos, ojalá jamás tengan que usarlos pero uno nunca sabe.

AUSTRALIA, UN VOLUNTARIADO QUE NO FUE Y EL REGALO DE DOS NUEVAS FAMILIAS

Cuando finalmente estábamos a punto de vivir la primera experiencia con Worldpackers, las cosas no salieron como imaginábamos.

 

Pleno COVID y apareció la posibilidad de trabajar en una granja de permacultura, algo que habíamos querido probar por largo tiempo.

Para ponerlos en contexto, nosotros viajábamos en van, dando la vuelta a Australia, y muchos de los límites entre estados aún se encontraban cerrados. Pero existía la chance de que te dejaran pasar si te estaban esperando en algún trabajo.

 

Nosotros habíamos contactado con la dueña a través de la página y siempre la comunicación fue un mil. De principio a fin, ella se mostró muy comprometida. Una de las condiciones era que estemos solos en una casita, con nuestro propio baño y cocina, además de tener poco contacto con otros trabajadores, y este lugar cumplía con todo.

 

Lo mejor era que íbamos a aprender sobre permacultura a través de la plantación, cuidado y recolección de alimentos orgánicos. En nuestro país siempre nos había gustado hacer la huerta, así que felices aceptamos este nuevo desafío.

 

Poco les vamos a poder contar sobre esta aventura porque, luego de manejar muchos kilómetros y enfrentarnos a las temperaturas más altas del país, en la frontera nos prohibieron el paso desde el Territorio del Norte al Territorio del Oeste.

 

Esta experiencia sí vamos a contarla, porque fue de las más tristes y decepcionantes que sufrimos en este país. Seguros de que teníamos toda la información necesaria, que no habían quedado frutas ni verduras en la van (pasarlas entre varios estados está prohibido) y re contra confiados de que todo iba a salir bien, hicimos una mini cola y nos disponíamos a cruzar la frontera más estricta del país en esas fechas.

 

Nos acercamos, les explicamos el porqué de la necesidad de pasar y el policía de turno nos informó que estaba todo en regla, pero que no podíamos cruzar en ese momento porque ya era tarde y no podríamos frenar hasta llegar a la próxima ciudad, la cual estaba a varias horas de allí, y eso significaba llegar muy tarde en la noche, lo cual en Australia y en esa zona, era muy peligroso. Nos prometieron igual que durmiéramos ahí en la frontera, donde había una zona de descanso y un baño bastante mediocre, y que a primera hora de la mañana estemos ahí para seguir camino.

 

Después de pasar la peor noche del viaje, porque el calor era exagerado, no corría una gota de viento y nosotros sólo pensábamos en cruzar, nos dispusimos nuevamente a hacer la fila para así cruzar.

 

Resulta que el policía era diferente, alguien no muy feliz con su vida y el cual se encargaba de demostrarlo. No solo nos dijo que no podíamos cruzar, sino que, al ver nuestros pasaportes, nos preguntó por qué no volvíamos a nuestro país de origen.

 

Ahí la sumatoria de muchas cosas hizo que estallemos y nuestras lágrimas empezaron a caer. Una mezcla entre cansancio y frustración se apoderaba de nosotros. Y no solo nos quedamos sin la chance de cruzar, sino que además nos estábamos por quedar sin combustible y él no tenía intención de ayudarnos.

 

Gracias a Dios, no todo el mundo es una M, y otro viajero nos compartió combustible para que al menos llegáramos a la nueva estación, ya que teníamos que dar marcha atrás.

 

Hoy, con el diario del lunes, podemos decirles que, aunque las cosas no salieron como planeábamos (como de costumbre), todo eso dió paso a nuevas aventuras, ya que en el camino nos volvimos a juntar con amigos y juntos hicimos la ruta de Darwin a Adelaide, recorriendo el famoso Red Center de Australia, y fue un sueño, que debemos reconocer que si las cosas no se daban así, no iba a ocurrir jamás.

Anécdotas:

Puff!!! No sabríamos por dónde arrancar. La del short cosido a máquina fue sin dudas la que nos hizo explotar, pero tenemos varias como: en la primera cena, con las mellizas sentadas sobre la mesa, metiendo los tallarines en nuestros vasos de agua.


Una fiesta en casa, súper descontrolada, donde uno de los amigos de los dueños terminó con un pedo descomunal y nos despertamos con un ruido tremendo en la madrugada. No sé cómo, pero apareció durmiendo en la punta de nuestra cama. ¡Imaginen el susto que nos pegamos!

 

Nosotros bañándonos en la ducha de la vecina (que estaba en el exterior y nunca se quedaba sin agua) mientras su chongo quería entrar a usar el baño.

 

Hablamos sobre esto y nos reímos porque no podemos creer la cantidad de cosas que nos pasaron en tan poco tiempo. Lo que tiene de bueno es que no nos aburrimos jamás.

 

TRABAJAMOS EN UN HOTEL/VIÑEDO (EL MEJOR VOLUNTARIADO)

Cada vez que hablamos sobre voluntariados, recomendamos esta experiencia, la cual volveríamos a vivir todos los años si pudiéramos. Fue un mil de principio a fin y nos fuimos con ganas de quedarnos más tiempo. Lo hubiésemos hecho por supuesto, si el plan desde el principio no era encontrarse con la familia en Berlín.

 

Nos enteramos de este lugar gracias a otro de mis primos y su novia. Sí, los primos andan todos desparramados por el mundo, y hay más, así que parece que es algo de familia la cosa.

 

En definitiva, ellos habían estado unos meses antes y nos dijeron: «Si andan por esta zona, por Dios vengan, les va a encantar», y… ¡Tenían razón!

 

Seba (chileno) y Eli (alemana) nos estaban esperando apenas llegamos a la estación. Se habían conocido viajando y juntos armaron su vida, un poco en cada país. La familia de ella era dueña de una bodega pequeña y, de vez en cuando, llamaban a voluntarios que pudieran ayudarlos. Según la época, las tareas se dividían entre poner etiquetas en los vinos, colaborar en la poda de las plantas y lo más lindo de todo, la vendimia, que nos la perdimos por poquito nomás.

 

Lo más increíble de todo era su ubicación. Estábamos viviendo en el valle de Mosela. ¿No saben dónde queda? Nosotros tampoco lo sabíamos hasta ese entonces, jamás lo habíamos escuchado. Pero podemos decirles que fuimos afortunados de estar ahí viviendo unos días, porque es realmente un lugar de cuentos.

Si no nos creen, busquen en Google y van a ver de lo que les estamos hablando: castillos por todos lados, calles adoquinadas, construcciones del año de ñaupa. Magia pura.

 

Todos los integrantes de la familia vivían cerquita y, además de tener sus propias casitas, contaban también con el alquiler de habitaciones. Alguna que otra vez también ayudamos en la limpieza de las mismas y en el arreglo del jardín.

 

Estábamos tan felices que cualquier tarea que nos pusieran a hacer la hacíamos con muchas ganas y amor. Sin embargo, lo que más disfrutábamos era levantarnos bien tempranito, porque era verano, ir a tomar un matecito con vistas al río, agarrar la bici y salir camino a uno de los viñedos. Habíamos tenido que marcarlos en el mapa, porque hay cientos alrededor y éramos capaces de meternos a trabajar con plantas ajenas.

 

Por supuesto, en un primer momento nos acompañaron y explicaron sobre la poda. Aprendimos mucho sobre esto y tantas otras cosas. A veces, como les decíamos, nos tocaba trabajar en la bodega, acondicionando botellas: limpiando, etiquetando y guardando en sus respectivas cajas.

 

Además de tener las bicis para desplazarnos entre pueblos incluso, también teníamos descuentos para el transporte, que usamos para visitar ciudades más alejadas. Y además… algunas veces también el auto.

 

Generalmente, trabajamos por la mañana, así que al mediodía ya estábamos libres para disfrutar de un chapuzón en el río y refrescarnos o, si el tiempo acompañaba, para recorrer los alrededores.

 

Desde el momento uno nos sentimos como en casa. Seba y Eli hablaban español y con el resto de la familia, incluida la abuela, hablábamos en inglés. Era una gran y hermosa familia y por algunos días nosotros formamos parte de ella.

 

Gas hasta se dio el gusto de jugar al fútbol, hicimos un asadete, participamos de una cata (¡imaginen cómo terminamos!) y como broche de oro, para esas fechas es tradición que cada pueblito haga una fiesta relacionada al vino por supuesto. Normalmente se van comprando botellas y compartiendo entre todos, mientras bailábamos al ritmo de la banda de turno.

 

Estuvimos súper cómodos, teníamos una habitación con baño privado y una mini cocinita, pero también podíamos usar las instalaciones del hotel. Algunas comidas estaban incluidas y lo que no faltó jamás fueron vinos de todos los tipos. Sin embargo, una de nuestras cosas preferidas, que mientras escribo recuerdo con mucha nostalgia, es el jugo de manzanas caserito.

 

En este voluntariado, no podemos decirles desventajas porque les juramos que no hubo ni una. Si hay que nombrar una, y no sé si sería una desventaja, es que después de este voluntariado, el vino empezó a ser una gran parte de nuestra vida.

 

Algunos tips:

  • Llegamos en tren desde Múnich y nos fuimos en bus hasta Viena. Todos los transportes mientras viajamos por Europa los sacamos a través de Omio. Y si teníamos que sacar vuelos usamos Skyscanner.
  • La zona donde hicimos el voluntariado es un sueño, así que independientemente de que vayan o no a vivir esta experiencia, la súper recomendamos para viajar, les juramos que no se van a arrepentir.
  • Estudien inglés. A pesar de que estábamos en Alemania, todos hablaban inglés, lo que hizo que nos sintiéramos siempre súper cómodos.
  • Vayan bastantes días, les aseguramos que no se van a querer ir. Todo es hermoso y hay mucho para ver.
  • Viajen siempre asegurados cuando hacen un voluntariado. Como siempre decimos, ojalá jamás tengan que usarlos pero uno nunca sabe.

AUSTRALIA, UN VOLUNTARIADO QUE NO FUE Y EL REGALO DE DOS NUEVAS FAMILIAS

Cuando finalmente estábamos a punto de vivir la primera experiencia con Worldpackers, las cosas no salieron como imaginábamos.

 

Pleno COVID y apareció la posibilidad de trabajar en una granja de permacultura, algo que habíamos querido probar por largo tiempo.

Para ponerlos en contexto, nosotros viajábamos en van, dando la vuelta a Australia, y muchos de los límites entre estados aún se encontraban cerrados. Pero existía la chance de que te dejaran pasar si te estaban esperando en algún trabajo.

 

Nosotros habíamos contactado con la dueña a través de la página y siempre la comunicación fue un mil. De principio a fin, ella se mostró muy comprometida. Una de las condiciones era que estemos solos en una casita, con nuestro propio baño y cocina, además de tener poco contacto con otros trabajadores, y este lugar cumplía con todo.

 

Lo mejor era que íbamos a aprender sobre permacultura a través de la plantación, cuidado y recolección de alimentos orgánicos. En nuestro país siempre nos había gustado hacer la huerta, así que felices aceptamos este nuevo desafío.

 

Poco les vamos a poder contar sobre esta aventura porque, luego de manejar muchos kilómetros y enfrentarnos a las temperaturas más altas del país, en la frontera nos prohibieron el paso desde el Territorio del Norte al Territorio del Oeste.

 

Esta experiencia sí vamos a contarla, porque fue de las más tristes y decepcionantes que sufrimos en este país. Seguros de que teníamos toda la información necesaria, que no habían quedado frutas ni verduras en la van (pasarlas entre varios estados está prohibido) y re contra confiados de que todo iba a salir bien, hicimos una mini cola y nos disponíamos a cruzar la frontera más estricta del país en esas fechas.

 

Nos acercamos, les explicamos el porqué de la necesidad de pasar y el policía de turno nos informó que estaba todo en regla, pero que no podíamos cruzar en ese momento porque ya era tarde y no podríamos frenar hasta llegar a la próxima ciudad, la cual estaba a varias horas de allí, y eso significaba llegar muy tarde en la noche, lo cual en Australia y en esa zona, era muy peligroso. Nos prometieron igual que durmiéramos ahí en la frontera, donde había una zona de descanso y un baño bastante mediocre, y que a primera hora de la mañana estemos ahí para seguir camino.

 

Después de pasar la peor noche del viaje, porque el calor era exagerado, no corría una gota de viento y nosotros sólo pensábamos en cruzar, nos dispusimos nuevamente a hacer la fila para así cruzar.

 

Resulta que el policía era diferente, alguien no muy feliz con su vida y el cual se encargaba de demostrarlo. No solo nos dijo que no podíamos cruzar, sino que, al ver nuestros pasaportes, nos preguntó por qué no volvíamos a nuestro país de origen.

 

Ahí la sumatoria de muchas cosas hizo que estallemos y nuestras lágrimas empezaron a caer. Una mezcla entre cansancio y frustración se apoderaba de nosotros. Y no solo nos quedamos sin la chance de cruzar, sino que además nos estábamos por quedar sin combustible y él no tenía intención de ayudarnos.

 

Gracias a Dios, no todo el mundo es una M, y otro viajero nos compartió combustible para que al menos llegáramos a la nueva estación, ya que teníamos que dar marcha atrás.

 

Hoy, con el diario del lunes, podemos decirles que, aunque las cosas no salieron como planeábamos (como de costumbre), todo eso dió paso a nuevas aventuras, ya que en el camino nos volvimos a juntar con amigos y juntos hicimos la ruta de Darwin a Adelaide, recorriendo el famoso Red Center de Australia, y fue un sueño, que debemos reconocer que si las cosas no se daban así, no iba a ocurrir jamás.

Alquiler de autos en Australia

Conclusión:

  • La mayoría de las veces, las cosas no salen como planeamos, pero puede que lo que venga sea aún mejor.
  • Aunque no tuvimos la posibilidad de usar Worldpackers en su totalidad, lo poco que lo hicimos funcionó muy bien.
  • Al señor policía de aduana que tan mal nos trató, le mandamos un fuerte abrazo y todo el amor que le hacía falta. Y no solo le contamos que no nos fuimos, sino que hace unos días aplicamos a la ciudadanía australiana, ¡así que dentro de poquito vamos a ser uno más!

NUESTROS PAPÁS AUSTRALIANOS

Antes de la experiencia anterior, tuvimos la posibilidad de vivir casi 2 meses en Darwin, capital del Territorio del Norte Australiano.

 

Luego de trabajar durante 9 meses en Sídney, decidimos comprar nuestra van y salir a recorrer el país. El objetivo siempre había sido dar la vuelta a Australia y, por supuesto, pasar por Darwin estaba dentro de los planes, pero jamás imaginamos estar tanto tiempo.

 

La realidad es que solo queríamos conocer la ciudad y seguir viaje, pero los bordes con Western Australia (WA) seguían cerrados, los días pasaban y nosotros estábamos cansados de dormir en la estación de servicio.

 

¡Wow! Mientras pongo en palabras esta historia, se me pone la piel de gallina de solo tener que compartir tanto con ustedes, aunque algunas anécdotas seguro las dejaremos para cuando les contemos sobre nuestra aventura más grande: darle la vuelta a Australia (y un poco más también).

 

Resulta que luego de transitar una de las rutas más difíciles que pudiéramos haber imaginado, donde vivimos miles de situaciones y acumulamos muchas historias, llegamos a la capital más húmeda de Australia.

 

Darwin divide sus estaciones en época seca y húmeda, y nosotros llegamos en la mejor, ya que dicen que durante la temporada de lluvias, se pone bastante pesado.

 

Durante el día, nos encargamos de visitar parques nacionales cercanos, hacer picnics cerca del mar (al que no podes meterte porque está lleno de cocodrilos, o sí, pero es a tu propio riesgo). También visitamos mercados y disfrutamos de una de las mejores cosas que hacer en la ciudad: ver el atardecer. Si alguna vez pasan por Darwin, no se pierdan esto, les juramos que es impresionante.

 

Dentro de las actividades que más disfrutamos estaban ir al parque acuático, a la pileta de natación y al waterfront, todas actividades gratuitas. Las aprovechamos no solo para divertirnos, sino que ahí también podíamos ducharnos y estar listos a la hora de dormir. Habíamos encontrado un estacionamiento enorme en las afueras de la ciudad, también elegido por muchos camioneros.

 

A decir verdad, ya estábamos medio acostumbrados a vivir así, pero el tiempo pasaba, no se veía clara la posibilidad de seguir rumbo al oeste y empezamos a pensar en nuevas opciones.

 

Se nos ocurrió, ¿por qué no escribir en los grupos de Facebook? En ese momento había muchos llamados Adopt a Backpacker, y así fue como Jill y Mark, nuestros papás australianos, aparecieron en nuestra vida.

Voluntariados por el mundo

Ellos buscaban a alguien que los ayudara en el arreglo del jardín: mover plantas y adoquines que iban a ser reemplazados. A cambio de eso, nos daban una habitación.

 

Nos contaron que trabajaban full time y que tenían dos perros que también necesitaban compañía, a lo que respondimos que no había ningún problema; felices íbamos a cuidarlos.

 

Esa misma noche nos acercamos a su casa y la conexión fue inmediata, con ellos, Addie y Merlot. Y bueno, qué decir de la casa: hermosa, grande, con una pileta divina para sobrellevar el calor, y lo más impresionante es que no nos dieron una habitación, sino una mini casita en la parte de atrás solo para nosotros dos. Teníamos una pieza con aire, una mini cocina y un baño al aire libre, estilo Bali, que fue lo que más nos llamó la atención.

Voluntariados por el mundo

Finalmente, terminamos quedándonos más de un mes y no saben lo que dolió esa despedida. Nos trataron como dos más de la familia, haciéndonos regalos todas las semanas y cocinándonos siempre cosas ricas. Conocimos a muchos de sus amigos, quienes adoptaron a amigos nuestros unas semanas más tarde.

 

Tuvimos noches de karaoke, BBQ, comidita típica argentina, parrilladas en la playa, y más. A cambio, sólo los ayudábamos algunas horas al día, dependiendo de lo que necesitaran.

 

Encontrarlos en momentos de incertidumbre total, fue realmente un regalo al alma y les estaremos agradecidos por siempre.

 

Este voluntariado, como les contamos, fue más de onda y lo conseguimos a través de Facebook, pero si no consiguen algo similar, ya saben que pueden usar las páginas que les nombramos al inicio.

 

LA FAMILIA DE PERTH

La actual, la de ahora, la que sigue estando después de 3 años, aunque a esa del inicio ya se le han sumado nuevos integrantes.

 

Para ponerlos en contexto, volvemos varios años atrás. Luego de recorrer casi todos los estados de Australia, excepto Tasmania (porque era caro y quedaba a trasmano) y Western Australia (porque no nos dejaron pasar), volvimos a Sídney para celebrar mi cumpleaños y las fiestas.

 

Les hemos contado bien en detalle sobre nuestra experiencia en Sídney y la visa de estudiantes, que fue la razón por la cual nos mudamos al estado del oeste.

Las fronteras de Western Australia siempre fueron las más exigentes, pero sabíamos que queríamos conocer esta parte del país sí o sí. Parecía que abrían las fronteras, luego no, así que cansados de esperar tanto, compramos un vuelo hacia Perth, conscientes de que tendríamos que hacer una cuarentena de 15 días. No nos importó.

 

A través de Facebook contactamos con una mujer que alquilaba una habitación con baño privado, aunque realmente anduvimos libres por toda la casa, todos los días. Gracias a Dios, ella era muy relajada.

 

Básicamente, esos 15 días de cuarentena los pasamos en la habitación, aplicando a trabajos, durmiendo, cocinando y recibiendo la visita de la policía un par de veces para constatar que estábamos en casa.

 

Lo que más nos costó fue encontrar un hogar, así que se nos prendió la lamparita: ¿por qué no volver a hacer un voluntariado? Teníamos la membresía de Helpx pagada y jamás la habíamos usado, así que decidimos sacarle provecho.

 

Así fue como dimos con Kandy y Barney, una pareja de profesores que buscaban a alguien que los ayudara en la casa, cumpliendo algunas horas de trabajo a cambio de casa y algunas comidas.

 

Nos ofrecían también una bici para movernos y seguir buscando dónde vivir. La casa estaba en el barrio de Fremantle, según nosotros, uno de los más lindos de Perth y con bastante movida. Las vistas desde la casa eran increíbles, ya que quedaba frente al río, y ellos dos eran un amor.

Ellos buscaban a alguien que los ayudara en el arreglo del jardín: mover plantas y adoquines que iban a ser reemplazados. A cambio de eso, nos daban una habitación.

 

Nos contaron que trabajaban full time y que tenían dos perros que también necesitaban compañía, a lo que respondimos que no había ningún problema; felices íbamos a cuidarlos.

 

Esa misma noche nos acercamos a su casa y la conexión fue inmediata, con ellos, Addie y Merlot. Y bueno, qué decir de la casa: hermosa, grande, con una pileta divina para sobrellevar el calor, y lo más impresionante es que no nos dieron una habitación, sino una mini casita en la parte de atrás solo para nosotros dos. Teníamos una pieza con aire, una mini cocina y un baño al aire libre, estilo Bali, que fue lo que más nos llamó la atención.

 

Finalmente, terminamos quedándonos más de un mes y no saben lo que dolió esa despedida. Nos trataron como dos más de la familia, haciéndonos regalos todas las semanas y cocinándonos siempre cosas ricas. Conocimos a muchos de sus amigos, quienes adoptaron a amigos nuestros unas semanas más tarde.

 

Tuvimos noches de karaoke, BBQ, comidita típica argentina, parrilladas en la playa, y más. A cambio, sólo los ayudábamos algunas horas al día, dependiendo de lo que necesitaran.

 

Encontrarlos en momentos de incertidumbre total, fue realmente un regalo al alma y les estaremos agradecidos por siempre.

 

Este voluntariado, como les contamos, fue más de onda y lo conseguimos a través de Facebook, pero si no consiguen algo similar, ya saben que pueden usar las páginas que les nombramos al inicio.

 

LA FAMILIA DE PERTH

La actual, la de ahora, la que sigue estando después de 3 años, aunque a esa del inicio ya se le han sumado nuevos integrantes.

 

Para ponerlos en contexto, volvemos varios años atrás. Luego de recorrer casi todos los estados de Australia, excepto Tasmania (porque era caro y quedaba a trasmano) y Western Australia (porque no nos dejaron pasar), volvimos a Sídney para celebrar mi cumpleaños y las fiestas.

 

Les hemos contado bien en detalle sobre nuestra experiencia en Sídney y la visa de estudiantes, que fue la razón por la cual nos mudamos al estado del oeste.

 

Las fronteras de Western Australia siempre fueron las más exigentes, pero sabíamos que queríamos conocer esta parte del país sí o sí. Parecía que abrían las fronteras, luego no, así que cansados de esperar tanto, compramos un vuelo hacia Perth, conscientes de que tendríamos que hacer una cuarentena de 15 días. No nos importó.

 

A través de Facebook contactamos con una mujer que alquilaba una habitación con baño privado, aunque realmente anduvimos libres por toda la casa, todos los días. Gracias a Dios, ella era muy relajada.

 

Básicamente, esos 15 días de cuarentena los pasamos en la habitación, aplicando a trabajos, durmiendo, cocinando y recibiendo la visita de la policía un par de veces para constatar que estábamos en casa.

 

Lo que más nos costó fue encontrar un hogar, así que se nos prendió la lamparita: ¿por qué no volver a hacer un voluntariado? Teníamos la membresía de Helpx pagada y jamás la habíamos usado, así que decidimos sacarle provecho.

 

Así fue como dimos con Kandy y Barney, una pareja de profesores que buscaban a alguien que los ayudara en la casa, cumpliendo algunas horas de trabajo a cambio de casa y algunas comidas.

 

Nos ofrecían también una bici para movernos y seguir buscando dónde vivir. La casa estaba en el barrio de Fremantle, según nosotros, uno de los más lindos de Perth y con bastante movida. Las vistas desde la casa eran increíbles, ya que quedaba frente al río, y ellos dos eran un amor.

Observando embarcaciones

Nuestras tareas consistieron en ayudarlos en el jardín, barnizar un piso, pintar las puertas, arreglar los regadores automáticos y poner en condiciones el paredón que rodeaba su casa. Todas tareas que disfrutamos mucho y donde aprendimos bastante.

 

Nos levantábamos temprano para no sufrir el calor del mediodía, trabajábamos y a media mañana parábamos para tomar el té. Venía incluído el desayuno, morning tea y cena, ¡y todo estaba riquísimo! Durante el almuerzo, como era verano, aprovechábamos para ir al río, la playa o andar en bici por los alrededores.

 

Cada noche, durante la cena, charlábamos sobre la vida y descubrimos que éramos muy, pero muy parecidos. Igualmente su historia merece un post aparte, porque ayudar a los demás es algo que llevan en la sangre. Gracias a ellos también, conseguimos la que hoy es nuestra casa.

 

Durante la cena, comentábamos lo difícil que era encontrar un lugar donde vivir, y fue así como surgió la propuesta de vivir detrás de nuestra “grandma”.

 

La mamá de Kandy tenía en ese entonces 97 años y vivía sola en su casa de City Beach, la de toda la vida y buscaban a alguien que viviera en un pequeño monoambiente detrás de la propiedad.

Bar con abuela

No sabíamos ni dónde quedaba City Beach ni qué debíamos hacer, qué esperaban de nosotros y si nuestra abuela australiana estaría contenta con nuestra presencia.

 

Resultó que la casa estaba en uno de los barrios más lindos de Perth, a una cuadra del mar. Nuestro monoambiente era el más grande que habíamos visto en nuestras vidas, con un jardín precioso y nuestra abuela era una masa.

 

El acuerdo era simple: solo pagar algunos impuestos y estar disponibles por si ella necesitaba algo urgente. Además, teníamos que asegurarnos de que comiera bien y hacerle compañía, lo cual para nosotros era un verdadero placer.

 

Así fue como algo que empezó como un voluntariado se convirtió en nuestro hogar. No solo nos regaló una familia australiana que nos ayuda siempre que lo necesitamos, sino que también nos permitió vivir varios años en un lugar soñado. Ahorramos muchísimo dinero, trabajamos menos y tuvimos tiempo para estudiar y lograr nuestra tan ansiada residencia.

 

Les estaremos profundamente agradecidos, y el día que tengamos que dejar nuestro hogar nos va a doler aún más que dejar la de Argentina. Esta casa ha sido el club durante los últimos años, pero sabemos que nada es para siempre. Al menos fuimos muy afortunados de vivirla a pleno.

 

COMPARACIÓN ENTRE PLATAFORMAS

Para finalizar el artículo, les vamos a dejar bien detallada cada una de las plataformas que hemos usado, teniendo en cuenta el precio, la duración de la membresía y nuestra opinión.

 

Por supuesto, dejamos de lado las oportunidades que hemos encontrado a través de Facebook, donde sumarse a un grupo es gratuito, pero esto también puede traer riesgos, como la presencia de scams. Además, si la experiencia no es lo que esperaban, no hay una figura a la cual recurrir para resolver el problema.

 

1. Worldpackers (10-20 USD de descuento con nuestro enlace)

Precio:

  • Membresía Individual: Aproximadamente 49 USD al año.
  • Membresía Pareja o Amigos: Aproximadamente 59 USD al año.

Duración de la membresía: 12 meses.

Opinión:

  • Pros: La plataforma se destaca por su enfoque en la seguridad y soporte a los voluntarios. Tiene una función llamada Seguro Worldpackers, que ofrece asistencia si surge algún problema durante su experiencia. Se caracterizan por un buen servicio al cliente.
  • Contras: las oportunidades están más limitadas en comparación con Workaway o Helpx, con un enfoque mayor en América Latina y Europa, aunque sigue creciendo en otros continentes.

2. Workaway

Precio:

  • Membresía Individual: Aproximadamente 49 USD al año.
  • Membresía Pareja: Aproximadamente 65 USD al año.

Duración de la membresía: 12 meses.

Opinion:

  • Pros: Ofrece una amplia oferta de voluntariados en todo el mundo, abarcando todo tipo de proyectos.
  • Contras: el soporte al cliente no es tan eficiente como el de Worldpackers. También es importante ser cuidadoso con los anfitriones que no siempre cumplen con las expectativas y fue lo que nos pasó a nosotros.

3. Helpx

Precio:

  • Membresía Individual o Pareja: Aproximadamente 20 EUR por 2 años (alrededor de 21-22 USD).

Duración de la membresía: 2 años.

Opinion:

  • Pros: larga duración de la membresía y costo en comparación con otras plataformas. Helpx es conocido por ofrecer oportunidades más «auténticas», ideal para quienes buscan una inmersión cultural más profunda.
  • Contras: La plataforma es del año de maria castaña y tiene menos anfitriones activos. Es la menos popular.

EL VALOR DE LOS VOLUNTARIADOS

Cada voluntariado nos permitió vivir experiencias únicas, y siempre fueron más las ventajas que las desventajas. Muchas veces es difícil verlo en el momento, pero al detenernos y reflexionar, podemos confirmar que así fue.

 

Nos desafiaron a hacer trabajos que jamás habríamos hecho, nos pusieron a prueba en situaciones límite, demostrando que podemos lograr más de lo que creemos. Nos regalaron nuevos hobbies, experiencias inolvidables y, sobre todo, conocimos gente hermosa que aún hoy forma parte de nuestras vidas.

 

Sin duda, es una manera increíble de recorrer el mundo, y siempre que podemos, la recomendamos a más y más viajeros. No pierden nada con probarlo, y tal vez tengan la misma suerte que nosotros o incluso más, llevándose algo hermoso de por vida.

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